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Leo las "aclaraciones" que me dedica la Junta Directiva (J=D) y el
Presidente de la A.G.S.M. en el nº 25 de SISO/SAUDE, a raíz
de un escrito mío aparecido en el nº anterior de la misma revista.
Se me honra así con una contestación oficial, a la que replico
porque creo que éste dignísimo Organo Colegiado me ha leído
mal (no sé si colegiada o individualmente).
1) Releyendo mi artículo, reconstato que hay dos partes
claramente diferenciadas: la que incluye los apartados 1,2 y 3.1 y la siguiente.
En la primera parte (1,2 y 3.1) intento señalar que los L.F.,
financian muy diferentes actividades a lo largo y a lo ancho de la vida
asociativa, de las que participan desde la J.D. hasta los socios, así
como actividades no estrictamente asociativas, pero en las que participan
la inmensa mayoría de los socios (psiquiatras en este caso). Y hacía
esta constatación no para acusar a nadie, sino para mostrar mi sorpresa
porque, siendo estas prácticas tan generalizadas, y sin ningún
debate serio al respecto en el ámbito de la vida asociativa, de
pronto apareciesen simultáneamente los tres artículos
a los que contestaba.
Es decir, en esta primera parte no hay nada que justifique que
la J.D. se siente atacada ad hoc. Son sus dignísimos miembros
los que confunden esta parte de análisis, de encuadre general, con
la segunda parte, en la que me confronta directamente con opiniones individuales
expresadas por tres socios en el nº 24 de SISO/SAUDE.
Sin embargo, el Organo Colegiado, al parecer en su conjunto,
se ha picado. Si no sería absurdo escribir este punto 2º de
su declaración que casi copia textualmente, con pretensión
de declaración de principios, al párrafo 3.1) de mi escrito
en el que me considero convencido de que las ayudas de los L.F. a la A.G.S.M.
y a la Revista "para nada condicionan la conciencia de sus directivos y
redactores" Como es absurdo que se autoinculpen por juicios dedicados por
mí a la actitud de tres socios concretos, con los que ellos si parecen
amalgamarse al darse por aludidos (justo lo contrario de lo que a mi me
acusan). Y digo esto porque no hay en mi escrito, en esta parte en la que
hago referencia a la Asociación, a su J.D. y a la Revista ni un
solo calificativo moral, ni una sola acusación a la J.D. de dictar
doctrina o factwas que expliquen el súbito complejo de ayatolas
que, al parecer, invade a algunos.
2) La J.D., tan neutral (véase punto 1º de su declaración),
sí que se permite intervenir en debates entre socios, como acabamos
de ver. Sin duda para defender su recto proceder y su honorabilidad democrática.
Ya que se considera con el derecho a intervenir, que yo defiendo, hecho
de menos una declaración suya en el nº 25, en la que, en congruencia
con su neutralidad en una cuestión que entiende corresponde a la
ética individual, y como órgano representativo del conjunto
de los socios, hubiera salido al paso de los artículos que yo contesté,
dejando claro que es intolerable que en el "Boletín de la A.G.S.M",
y sin pruebas, se les privara a compañeros de clara significación
en la vida asociativa y de prácticas profesionales ejemplares (me
autoexcluyo para poder calificarlos con comodidad) de su rectitud y honorabilidad,
acusándoseles de no tener moral, de haberla vendido de saldo, de
traicionar su pensamiento politico y su práctica comunitaria, y
de andar por ahí de juerga (con dinero deshonesto) mientras prescriben
a sus enfermos neurolépticos "a chorros".
Porque esto está escrito, en el Boletín de la A.G.S.M.
Eso sí, en tres "breves notas", a las que yo contesté
con un "escrito". Véase una valoración subliminal
de la J.D. Pero, en todo caso, yo prefiero la largura - y si es posible
la hondura- de la reflexión y la propuesta, al breve paroxismo fratricida.
Si la J.D. hubiera procedido como digo, hubiera así conciliado
la libertad de expresión individual de unos socios, con el derecho
al honor y la propia imagen de otros, que a mi juicio, en último
extremo ella debe tutelar, cuando se pone en cuestión, sin pruebas,
desde el Boletín de la A.G.S.M. Para eso uno de sus miembros dirije
el Comité de Publicaciones.
Esto, sin duda, a mi me hubiera hecho sentir el SISO/SAUDE como
mas nuestro, mas del conjunto de los socios, independientemente de las
fobias o filias de cada uno.
3)La J.D. en su declaración, a pesar del reglamentarismo
del que hace gala, como símbolo de supuesta objetividad, toma partido
cuando contesta, cuando decide a quién contesta y a quién
no, y lo que contesta. A una crítica "política" sobre la
coincidencia de aparición de los tres artículos del nº
24 contesta con el "reglamento". Ahora bien, con "reglamento" o sin él,
yo opino:
- Que la J.D. debe estar al tanto de lo que se publica en SISO/SAUDE,
"Boletín de la A.G.S.M."
- Supongo que para ello, debe ser informada, en casos que se
consideren delicados o significativos por el Director (en este caso Directora)
del Comité de Publicaciones (C.P.) que lo es en tanto miembro
de la J.D.
- De cara a la publicación de artículos, mas allá
de la ley y del derecho, si el firmante es miembro del C.P. debería
exigírsele y autoexigirse moralmente una especial ponderación,
lo mismo que exigimos una especial ponderación al policía
para el uso, incluso legal de su arma. Sobre todo si estos artículos
son de opinión y descalifican gravemente a compañeros.
La J.D. califica a los tres autores que contesté de unos
socios mas, "independientemente de su condición de miembros del
C.P.". Ejemplo claro de pensamiento burocrático, pues, con el reglamento
en la mano, es así. Pero este argumento pretende ocultar que esos
tres socios sabían, en tanto que miembros del C. P., lo que se iba
a publicar y en que término, antes que los socios públicamente
vituperados, lo cual supone una clara "ventaja" en cualquier posible debate.
Pretende ocultar que el C.P., sin ofrecer debate previo al respecto, optó
por transformar la coincidencia (voy a ser creyente) de producción
de los tres artículos con la simultaneidad de su publicación.
Y optar por esto, en lugar de por otras posibles formas de abordar esta
problemática, supone que, intencionalmente o no, se ejerció
un cierto abuso de poder (moral, no legal) y se optó por una determinada
orientación en el SISO/SAÚDE nº24. Pero todo esto, al
no ser ilegal, parece no ser contestable por un socio de base, como es
mi caso, pues entonces eso sí que lo valora la J.D. y contesta -
amonesta públicamente. Lástima que no aprovechara esta salida
a la palestra para valorar las reiteradas propuestas que en mi escrito
hago a favor del debate, el diálogo y la reflexión colectiva
como alternativa a este tipo de actuaciones. También así
hubiera sentido la Revista aún mas nuestra.
4) Hasta aquí mi opinión. Pero si hablamos de normativa
reglamentaria, y ya que la J.D. optó por aclarar "aspectos relativos
al funcionamiento de la propia Junta y la Revista SISO/SAUDE, puestos en
cuestionamiento por el citado asociado" y recordar que "como es sabido
la elección de los artículos corresponde al Comité
de Publicaciones después de ser evaluados por lectores anónimos,
quienes aconsejan o no su publicación" no se entiende porque interrumpe
sus citas aquí, y no continua con el párrafo siguiente
de las "Normas de Publicación de SISO/SAUDE" que dice:
"A responsabilidade de publicar ou non un orixinal, así
como determinar a data que esto se levará a cabo corresponde
colexiadamente ó Comité de Publicacións, e
, en última instancia ó Director"
Pues eso: que la simultaneidad de publicación es decidible
y valorable, que el hecho de que el autor de un original sea miembro del
C.P. le obliga en términos morales mas que a un socio cualquiera
a ciertas consideraciones, y que la responsabilidad última es del
Director del C.P., que lo es en tanto miembro de la Junta Directiva.
En todo caso, la moraleja que propongo ya la propuse en el nº 25:
Procuremos usar el espacio público para el debate y no para la pedrada.
Y estoy seguro que la J.D., colegiadamente, opina del mismo modo.
Yo, por mi parte, doy por finiquitada mi participación en esta
saga de entregas hasta ahora caniculares, procurando que darme con frío
en la cabeza, y con calor en el corazón. |